Lo que ellos veían


La Escuela de Mecánica de la Armada —ESMA—, fue el más grande de los centros clandestinos de detención de la dictadura militar.
Pasaron cinco mil personas detenidas-desaparecidas; más del noventa por ciento de ellas fueron asesinadas. 
Las trasladaban a El Sótano y las sedaban, luego eran ejecutadas. Algunas fusiladas e incineradas en el campo de deportes; otras arrojadas al Río de la Plata desde aviones militares, aún vivas.






El sótano.















El sótano.


























Escalera que comunicaba la entrada al Casino de Oficiales con El Sótano y Capucha, sitio donde depositaban a los prisioneros. 
Allá abajo fue visto por un prisionero el cuerpo sin vida de Rodolfo Walsh.







Los detenidos eran trasladados de Capucha a El Sótano con grilletes. El golpe de las cadenas contra el mármol dejó la marca.







Habitación destinada a las prisioneras embarazadas que dieron a luz en la ESMA.








Capucha. "Estar en Capucha sin movilizarse, sin ver, sin hablar, sin saber quién amenazaba o golpeaba o cómo defenderse, sin tener la más mínima idea sobre su situación o destino, sin contar con interlocutores a los cuales preguntarlo. Sólo se podía estar solo, oír, comer, comer a tientas, lograr que una vez al día se le permitiera ir al baño (y, a veces, asearse) y dormir (...)". (Testimonio de Lila Pastoriza, 1984).







Un corazón en la pared de Capucha. Se cree que es una inscripción hecha por un prisionero.







Parquet lustroso y tormentos. El piso del Dorado, en la planta baja del Casino de Oficiales, era el techo de El Sótano. Aquí funcionó la central de inteligencia del Grupo de Tareas de la ESMA y fue donde se planificaron las operaciones de secuestro, tortura y asesinato. Sobre este piso caminaron Astiz, Acosta, Weber, Donda Tigel y demás.

















Ellos en la ESMA. Víctor Basterra, ex detenido desaparecido, "robó" de los archivos de la ESMA fotos de represores y detenidos que se constituyeron en una prueba judicial invalorable.







Lilia Ferreyra, mujer de Rodolfo Walsh, en el sitio donde se lo vio sin vida y por última vez.







Esas manos. El 25 de marzo de 1977 Lilia Ferreyra dejó en varios buzones de la ciudad de Buenos Aires copias de la Carta Abierta a la junta militar, escrita por Rodolfo Walsh, "sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles." Ese día el cuerpo sin vida de Walsh era arrojado sobre un piso del Casino de Oficiales.